domingo, 16 de diciembre de 2012

New York City - Parte 12

Así como no hay mal que dure 100 años, ni cuerpo que lo resista, así pasó con nuestro viaje relámpago. Planificamos en cinco días, un viaje que duraría cuatro (en realidad, duró cinco, pero fueron cuatro en la ciudad), y ese viaje estaba llegando a su fin. Tengo un sentimiento de vacío. Por un lado, cuando empecé a escribir sobre mis viajes, mi objetivo era terminar mis relatos y poder viajar poco tiempo después. Sin embargo, mis relatos se hicieron cada vez más discontínuos, y (sorpresivamente) surgió este viaje en el medio de la nada, que nutrió en forma significativa mis historias.

Esta entrada es la número doce de mis (dos) viajes a la ciudad de Nueva York. El primero se dio en Enero/2011 y formó parte de un viaje por la costa Este de Estados Unidos y Playa del Carmen en México. El segundo viaje, se produjo a finales de Agosto/2012, únicamente a NYC.  Para arrancar por el principio de mis historias neoyorkinas, pasá por acá:



Como dije antes, nuestro viaje por mi ciudad favorita estaba llegando a su fin. Milagrosamente, habíamos hecho todo lo que teníamos previsto hacer, pese a que nos habíamos encontrado con algunos traspiés (que no vienen al caso). Era el último día. No teníamos regalos ni chocolates comprados. Nuestro avión salía en la tardecita/noche. Como he dicho en más de una oportunidad, fuimos imantados hacia el Times Square. Pese a que nos alojábamos en Queens, Times Square era casi como nuestro lugar de partida, entonces, hacia allí fuimos. 

Cuando uno viaja, la gente espera chocolates. Uno puede haberse ido un fin de semana a Buenos Aires, pero si no trae chocolates, es como que wooooooooo, viajó y no trajo chocolates para compartir, y ya te empiezan a mirar de costado. Lo bueno que tiene estar en Times Square, es que existen en la zona dos grandes casas de chocolates (ideales para regalar o regalarse!): M&M y Hershey's. Fuimos a ambas. Son realmente grandes, sobre todo la de M&M. Tienen todos los tipos de chocolates que a uno se le pueden ocurrir y facilitan cualquier regalo que uno tenga que hacer. La siguiente foto, es del local de M&M.


No sé si se llegará a apreciar demasiado, pero son grandes contenedores de los clásicos M&M, de los cuales uno puede servirse y luego paga según el peso. Me gustó bastante la idea y entiendo que para los "puristas" de los M&M debe estar bueno. Para mi, todos tienen el mismo gusto. Como todos los locales comerciales, además de chocolates, vendían remeras, gorros, pegotines, o sea, tenían todo un marketing atrás de los afamados chocolates.

Luego de pasar un buen rato adentro de estos locales, partimos con un par de bolsas de regalos y algunos dólares menos en nuestros bolsillos. La siguiente parada era en B&H. Quizás no todo el mundo haya sentido hablar de este local, para quien no lo conoce, es (muy burdamente hablando) un lugar donde venden tecnología. Cámaras de fotos, computadoras, accesorios, televisiones, blu rays, en fin, todo lo que a uno se le ocurra, en sus últimas versiones, puede ser encontrado en este lugar. Si bien se manejan mucho con las ventas por Internet, el comercio es realmente grande y con una organización en niveles inimaginados. No sólo llevan un registro de sus clientes y de las compras realizadas, sino que tienen un sistema interior, en el cual el cliente le pide al vendedor todo lo que precisa, y éste únicamente digita en una PC el pedido, el cual, es enviado desde los depósitos hasta las cajas mediante unos rieles (cerca del techo) que los trasladan. Y funciona. Todo funciona. Los tipos son relojitos, es un lugar donde aparentemente, nada falla. Además de su organización, debo decir nuevamente, que tienen todos los productos que a uno se le podrían ocurrir y además, a buenos precios.

Cada vez nos acercábamos más a la hora de partida, apenas si nos dio para pasar por Starbucks a tomar un refrigerio y comprar algún café para regalar.

Pocas horas después, ya estábamos en LaGuardia, esperando nuestro avión para volver a Montevideo. Habían sido cuatro días realmente intensos y si bien hicimos todo lo que estaba en nuestros planes, me volvió a quedar la sensación de que es mi lugar en el mundo. Ojalá pudiera vivir algún día allí!

No queda mucho para contar, la escala en Miami duró algunas horas, suficientes para recorrer un poco y pasar por algún free shop, no mucho más. Cuando quisimos acordar, ya era media mañana del lunes y estábamos de vuelta con nuestras valijas, pero en Uruguay.

Seguramente, mi próxima entrada sea un compilado de cosas que están buenas para hacer tanto en Chicago como en New York. Por el momento, no he decidido por qué ciudad voy a seguir escribiendo, pero recomiendo estar atentos a la llegada de una nueva entrada

jueves, 6 de diciembre de 2012

New York City - Parte 11

Parece mentira que esta sea la undécima entrada correspondiente a mis visitas a la ciudad de New York. Cuando arranqué con esta aventura (la de escribir, no la de viajar!), nunca se me ocurrió que habría tantas cosas por contar. Pienso que eso es bueno. Al fin y al cabo, es un motivo más para seguir viajando! En la entrada anterior, conté todo lo vivido en la mañana/mediodía del penúltimo día que estuvimos en New York. Se me hizo largo el relato, como dije anteriormente, fue el día que más he disfrutado estando en USA. Si querés leer la entrada anterior, hacé click acá:



Habíamos terminado de comer en el restaurant mexicano. Nuestra siguiente escala era el Central Park. Ya habíamos ido la vez anterior, aunque claro, el clima era completamente distinto. Mientras que en Enero/2011 había nieve por todas partes, gente patinando sobre hielo en algunas pistas y relativamente pocas personas en el parque; en Agosto/2012 (pleno verano!), el Central Park estaba a full. Tal como se ve en las películas, miles de personas corriendo por las calles interiores del parque, otros en bicicleta con su perro corriendo atrás, gente en patines, turistas con sus cámaras, en fin, el parque estaba tremendo. Llegamos a eso de las 1700 hs, con un calor bárbaro. Nuestro objetivo era alquilar bicicletas para pasear y recorrer una distancia mayor en menos tiempo. Teníamos todo calculado, mapa en mano, nos dirigimos al sector donde supuestamente te alquilaban las bicis. Nada. Nadie. Bajón (?). Optamos por preguntarle a un vendedor de pretzels (creo) a ver si tenía idea dónde estaban los birrodados. Eureka! Fuimos a donde nos indicó el tipo: nueva desilusión, eran una especie de carros. Dado que era un embole seguir buscando las bicicletas, arrancamos a caminar hacia cualquier lado para recorrer un poco. Pasamos por lugares que recordaba del viaje anterior, aunque esta vez sin nieve, lo que los hacía completamente distintos y (casi) nuevos. En un momento, comenzamos a escuchar una música semi electrónica, que nos invitó a acercarnos. Cuando llegamos, vimos una gran cantidad de gente que rodeaba una especie de pista central, tomando fotos y filmando. Nos acercamos. Realmente, vimos un espectáculo que nos hizo disfrutar bastante. Era gente "rara" patinando y bailando al ritmo de la música. Dejo un enlace, pero seguro no se podrá apreciar (ni disfrutar) ni el 10% de lo que disfrutamos ahí.


Luego de disfrutar semejante espectáculo durante un buen rato, seguimos viaje. A esa altura, llevábamos varios kilómetros caminados, y el cansancio nos empezó a pegar. Supongo que sería culpa del sol y del calor. Dado que un par de horas después teníamos una cita en el Radio City Music Hall, tomamos un descanso en uno de los bancos del parque y un rato después, nos levantamos y seguimos viaje.

Debido a que era relativamente temprano como para ya caer en el teatro, y dado que queríamos ir a Wall Street, tomamos un subte y nos bajamos en la zona. Nos cruzamos con algunos manifestantes del famoso grupo Occupy Wall Street que estaban acampando y tenían múltiples carteles de protesta. De todas formas, eran relativamente pocos y estaban allí en forma pacífica. Finalmente, antes de partir al teatro, nos compramos un refrigerio (un Smoothie!) en Starbucks y fuimos a conocer el toro de Wall Street. Para los que no lo conocen:



Ahora si era hora de partir. Subte mediante, partimos hacia el Radio City. Como detalle, le erramos a la parada donde nos teníamos que bajar, lo que nos ocasionó tener que correr como seis o siete cuadras para llegar a tiempo.

El Radio City es mágico. Lujoso, grande, majestuoso y todos los epítetos que se le ocurran al lector. Nuestra ubicación era al fondo de la parte baja del teatro. Estaba bastante lleno de gente, era una de las últimas funciones de Zarkana en New York, previo a que se fueran a Las Vegas. De todas formas, estimo que el Cirque du Soleil llenará siempre cada lugar donde va.

La función empezó en tiempo y forma. Estaba prohibido filmar o sacar fotos. Cuando escuché eso me enojé un poco, uno siempre quiere tener un recuerdo de cada lado al que va. Pese a esto, acaté las reglas de la casa (y no me arrepiento). Nunca había ido a un circo. Sabía que no era uno tradicional tampoco. No tenía idea de qué me esperaba cuando se levantara el telón. Estaba ansioso. Muy mucho. Y Zarkana no defraudó. Es una obra que emociona (me siento un tanto idiota escribiendo esto). Uno se va sorprendido, alegre, emocionado, con ganas de más. No precisan hablar (casi) en todo el espectáculo y sin embargo cuentan una historia totalmente entendible. No usan animales. Son profesionales en serio. Tienen momentos en los que te hacen reir, y otros en los que estás totalmente compenetrado con lo que está pasando. Casi no se equivocan (apenas algún error de los trapecistas, pero su actuación fue casi perfecta). En pocas palabras, fue una hora y media de show, en el que vivís pila de cosas y pasás por múltiples estados emocionales. Recomendable al 1000%. Si volviera a visitar una ciudad, sabiendo que el Cirque du Soleil está allí, volvería a ir y a pagar lo que fuera necesario. Para finalizar, agrego una foto del show (no mía), donde aparecen los trapecistas:



Nos fuimos felices del teatro. Volvimos a Queens, donde creo salimos a tomar algo en la noche. Era nuestra última noche en la mejor ciudad del mundo. Para haber sido un viaje de menos de cuatro días, la pasamos genial. En la siguiente entrada (que debería ser la última de NYC (por ahora!)), voy a contar el último día en la ciudad, entre compras de regalos y todo eso que implica el último día de vacaciones.

Gracias por llegar hasta acá! :)