Habíamos terminado de comer en el restaurant mexicano. Nuestra siguiente escala era el Central Park. Ya habíamos ido la vez anterior, aunque claro, el clima era completamente distinto. Mientras que en Enero/2011 había nieve por todas partes, gente patinando sobre hielo en algunas pistas y relativamente pocas personas en el parque; en Agosto/2012 (pleno verano!), el Central Park estaba a full. Tal como se ve en las películas, miles de personas corriendo por las calles interiores del parque, otros en bicicleta con su perro corriendo atrás, gente en patines, turistas con sus cámaras, en fin, el parque estaba tremendo. Llegamos a eso de las 1700 hs, con un calor bárbaro. Nuestro objetivo era alquilar bicicletas para pasear y recorrer una distancia mayor en menos tiempo. Teníamos todo calculado, mapa en mano, nos dirigimos al sector donde supuestamente te alquilaban las bicis. Nada. Nadie. Bajón (?). Optamos por preguntarle a un vendedor de pretzels (creo) a ver si tenía idea dónde estaban los birrodados. Eureka! Fuimos a donde nos indicó el tipo: nueva desilusión, eran una especie de carros. Dado que era un embole seguir buscando las bicicletas, arrancamos a caminar hacia cualquier lado para recorrer un poco. Pasamos por lugares que recordaba del viaje anterior, aunque esta vez sin nieve, lo que los hacía completamente distintos y (casi) nuevos. En un momento, comenzamos a escuchar una música semi electrónica, que nos invitó a acercarnos. Cuando llegamos, vimos una gran cantidad de gente que rodeaba una especie de pista central, tomando fotos y filmando. Nos acercamos. Realmente, vimos un espectáculo que nos hizo disfrutar bastante. Era gente "rara" patinando y bailando al ritmo de la música. Dejo un enlace, pero seguro no se podrá apreciar (ni disfrutar) ni el 10% de lo que disfrutamos ahí.
Luego de disfrutar semejante espectáculo durante un buen rato, seguimos viaje. A esa altura, llevábamos varios kilómetros caminados, y el cansancio nos empezó a pegar. Supongo que sería culpa del sol y del calor. Dado que un par de horas después teníamos una cita en el Radio City Music Hall, tomamos un descanso en uno de los bancos del parque y un rato después, nos levantamos y seguimos viaje.
Debido a que era relativamente temprano como para ya caer en el teatro, y dado que queríamos ir a Wall Street, tomamos un subte y nos bajamos en la zona. Nos cruzamos con algunos manifestantes del famoso grupo Occupy Wall Street que estaban acampando y tenían múltiples carteles de protesta. De todas formas, eran relativamente pocos y estaban allí en forma pacífica. Finalmente, antes de partir al teatro, nos compramos un refrigerio (un Smoothie!) en Starbucks y fuimos a conocer el toro de Wall Street. Para los que no lo conocen:
Ahora si era hora de partir. Subte mediante, partimos hacia el Radio City. Como detalle, le erramos a la parada donde nos teníamos que bajar, lo que nos ocasionó tener que correr como seis o siete cuadras para llegar a tiempo.
El Radio City es mágico. Lujoso, grande, majestuoso y todos los epítetos que se le ocurran al lector. Nuestra ubicación era al fondo de la parte baja del teatro. Estaba bastante lleno de gente, era una de las últimas funciones de Zarkana en New York, previo a que se fueran a Las Vegas. De todas formas, estimo que el Cirque du Soleil llenará siempre cada lugar donde va.
La función empezó en tiempo y forma. Estaba prohibido filmar o sacar fotos. Cuando escuché eso me enojé un poco, uno siempre quiere tener un recuerdo de cada lado al que va. Pese a esto, acaté las reglas de la casa (y no me arrepiento). Nunca había ido a un circo. Sabía que no era uno tradicional tampoco. No tenía idea de qué me esperaba cuando se levantara el telón. Estaba ansioso. Muy mucho. Y Zarkana no defraudó. Es una obra que emociona (me siento un tanto idiota escribiendo esto). Uno se va sorprendido, alegre, emocionado, con ganas de más. No precisan hablar (casi) en todo el espectáculo y sin embargo cuentan una historia totalmente entendible. No usan animales. Son profesionales en serio. Tienen momentos en los que te hacen reir, y otros en los que estás totalmente compenetrado con lo que está pasando. Casi no se equivocan (apenas algún error de los trapecistas, pero su actuación fue casi perfecta). En pocas palabras, fue una hora y media de show, en el que vivís pila de cosas y pasás por múltiples estados emocionales. Recomendable al 1000%. Si volviera a visitar una ciudad, sabiendo que el Cirque du Soleil está allí, volvería a ir y a pagar lo que fuera necesario. Para finalizar, agrego una foto del show (no mía), donde aparecen los trapecistas:
Nos fuimos felices del teatro. Volvimos a Queens, donde creo salimos a tomar algo en la noche. Era nuestra última noche en la mejor ciudad del mundo. Para haber sido un viaje de menos de cuatro días, la pasamos genial. En la siguiente entrada (que debería ser la última de NYC (por ahora!)), voy a contar el último día en la ciudad, entre compras de regalos y todo eso que implica el último día de vacaciones.
Gracias por llegar hasta acá! :)
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