sábado, 24 de noviembre de 2012

New York City - Parte 10

Cada vez me cuesta más hacer las introducciones de las entradas. Creo que ya hablé varias veces sobre cuánto me gusta escribir y cuánto más viajar. Esta vez voy a ser original y voy a cortar por lo sano. Si querés leer la entrada anterior, entrá en el siguiente link:



Era el tercer día del viaje relámpago a New York. Si bien sabíamos que el viaje sería corto, no nos habíamos acostumbrado a la vida de la gran manzana, cuando ya nos quedaba menos de la mitad del tiempo de estadía en la ciudad. Hasta ahora, casi nada había salido como nos hubiera gustado: no teníamos las entradas para ir al Cirque du Soleil, habíamos perdido algunas horas en poder ubicarnos en el apartamento, debimos gastar un día entero en trámites. En fin, nos quedaban menos de dos días para hacer todo lo que teníamos pensado.

Arrancamos temprano. Alrededor de las 11 hs teníamos entrada al 9/11 Memorial, con lo cual, salimos hacia Manhattan a eso de las 9, 9 y algo. Como todas las mañanas, partimos de Queens en el subte y pegamos desayuno en un Starbucks cercano al Memorial. El primer día (la primer tarde/noche) de este viaje, descubrí un sabor nuevo en esta cafetería: los Smoothies. Desde ese momento, me hice algo así como que fanático de los mismos. Es una especie de batido de frutas, al que incluso se le puede agregar complejos vitamínicos. Lo cierto, es que esta tercer mañana en la ciudad, me encontró nuevamente disfrutando de un Smoothie de frutilla bien fría, mientras esperábamos para poder entrar al Memorial. Generalmente, es necesario hacer una gran cola para poder entrar. Sin embargo, esta mañana era poca la gente que deseaba acceder. Pasamos bastante rápido por los controles, aunque debo decir, que eran bastantes y demasiado estrictos. Eran incluso más completos que los que se realizan en los aeropuertos, incluía cacheos, revisión de metales, scanneres y demás.

Superados los controles, se accede a un predio enorme, donde tiempo atrás estaban las torres gemelas. Actualmente, se está construyendo un complejo gigante, con torres realmente asombrosas (y altas!). Donde estaban las torres derribadas, se construyeron dos "piscinas", que en los bordes tienen los nombres de las personas fallecidas en el incidente del 11 de Setiembre. Dejo foto por si no fui del todo bueno en mi explicación.


Es un complejo realmente fascinante, extremadamente verde y cuidado. La gente circula con mucho respeto por la zona, sacando fotos y apreciando el paisaje. Pero no hay ruidos molestos, nadie corre, nadie anda apurado. Es un lugar de paz dentro de la ciudad más agitada del mundo. Sacamos varias fotos, de las nuevas torres, de las piletas, del paisaje. Es recomendable para ir, incluso, es de las pocas cosas a las que se puede acceder gratis en la ciudad. Finalmente, como simbolismo, tienen cercado un árbol que habría sobrevivido al derrumbe de las torres (así como a todos los movimientos que hubo en la zona). Nuevamente, sea quien sea que esté leyendo esto, le recomiendo ir al Memorial. Lo único que se debe tener en cuenta, es que las entradas hay que sacarlas por Internet previamente, pero siempre hay disponibilidad de horarios para ir.

Al fin nos empezaban a salir bien las cosas. El paseo por el Memorial había sido estupendo e íbamos por más. Era cerca del mediodía y hacía bastante calor. Tomamos un subte y aparecimos (para variar) desde abajo de la tierra en la zona del Times Square. Caminamos un poco por allí, cuando de pronto vemos a unos chicos entregando afiches de Zarkana, la obra que queríamos ver del Cirque du Soleil, en el Radio City Music Hall. Nos acercamos, les pedimos algunos, y vimos que tenían una promoción en la cual se pagaba la mitad del costo de la entrada, únicamente era necesario presentar el afiche a la hora de sacar las entradas! Felices, afiches en mano, caminamos hacia el teatro. En nuestro camino, surgió repentinamente una tienda donde vendían fruta fresca (y fría), que nos vendría bien para consumir e hidratarnos un poco. Compramos unos pedazos de mango, de sandía y unas frutillas (creo) que fueron felizmente consumidas frente a una fuente de agua del Rockefeller Center. Era un día que pintaba para ser glorioso. Allí estábamos nosotros, disfrutando de tremendo paisaje, mezcla perfecta entre naturaleza y ciudad alborotada.

Terminadas las frutas, arrancamos para el Radio City Music Hall para intentar conseguir esas entradas. Basta mirar en el google maps, para darse cuenta que del Rockefeller Center al RCMH hay apenas dos cuadras de distancia, por lo cual, un ratito después, estábamos con las entradas en nuestros bolsillos. Conseguimos lugares en la parte de abajo del teatro, en una de las filas del final (por decir algo, habremos conseguido en la fila 25, habiendo 30). Tal como había mencionado antes, usamos los afiches que nos dieron en el Times Square, con lo cual, ahorramos la mitad del precio de las entradas (que de por sí eran medio caripelas).

En Enero/2011, fecha de mi primer viaje, estuvimos alrededor de cuatro o cinco días en la ciudad. Fueron sumamente intensos y sin embargo, nos quedaron muchas cosas por conocer. Entre ellas, no habíamos ido al Harlem ni lugares cercanos. Lo más cerca que estuvimos, fue durante nuestro paseo por el nevado Central Park, pero nada más. Esta vez, teníamos otros planes. Tomamos un subte que nos dejó en un extremo del parque (en la W 110 st y la 8th Ave) y comenzamos a caminar hacia el oeste. La zona es hermosa, quizás el barrio residencial que más me ha gustado de NYC. Tiene un aire al Prado montevideano, pero con edificios bastante más altos y calles bastante más amplias. Desde Montevideo, un amante de la serie Seinfeld, nos había pedido que fuéramos al restaurant que aparece a menudo en la serie, por lo cual, fuimos allí. Dejo una foto por si alguien no se da cuenta de qué estoy hablando:



Si alguien no conoce la serie, la foto anterior no le aporta nada. Sin embargo, aquellos que nos hemos reído horas y horas con Jerry Seinfeld, le encontramos un valor emotivo (?).

Una vez que pasamos por el bar de Tom, compramos unos chicles de sandía (que están tremendos!) y nos pusimos en contacto con una chica (también uruguaya) que vivía por la zona y que amablemente nos ayudó a conocer los alrededores. Caminamos por el enooorme predio de la Universidad de Columbia, que es, francamente espectacular. Tiene un entorno plagado de edificios que ofician de residencia para los estudiantes y es una zona muy alegre, llena de vida y juventud. Me encantó conocerla y volvería a ir. Los edificios son majestuosos, tienen una vista privilegiada de la ciudad, la gente andaba ligera de ropa por ser verano, en fin, fui feliz, muy mucho.

A eso de las 4 pm, almorzamos con Sofía en un restaurant mexicano unas fajitas. Allí, pude volver a degustar la exquisita horchata (que había probado en el primer viaje, en Playa del Carmen), aunque seré sincero, la de Mexico era más rica. Tuvimos un almuerzo tan agradable, entre uruguayos, nachos, salsas picantes, horchatas y fajitas, que cuando quisimos acordar, ya era hora de seguir nuestro camino.

Por hoy, creo que ya escribí bastante. La próxima entrada completará lo relatado en esta, el tercer día del viaje. Hablaré sobre el paseo por el Central Park y el Cirque du Soleil.

martes, 20 de noviembre de 2012

New York City - Parte 9

Tiempo atrás, descubrí que tenía ganas de viajar y que seguramente disfrutaría mucho cuando lo hiciera. Meses (años?) después, se me ocurrió usar dinero del que estaba juntando, para hacer un viaje por Europa. Cuando la idea tomó forma, un cocodrilo invadió mi bolsillo y me susurró que Europa sería bastante caro, que quizás me convenía viajar a Estados Unidos. Se lo propuse a un amigo, que sorpresivamente se colgó con la idea y decidimos viajar en Enero de 2011 a Estados Unidos y México. Posteriormente, en Agosto/Setiembre del año siguiente, con el mismo compañero de ruta, hicimos un viaje relámpago a NYC, como para sacarse las ganas.

Este blog tiene por objetivo relatar experiencias de mis viajes, compartir sensaciones, lugares, y distintas culturas que he podido conocer en este último tiempo. Esta entrada en particular, sigue la línea de las anteriores y corresponde a la novena para la ciudad de Nueva York (correspondiente a mi segundo viaje a la ciudad). Si por H o por B no pudiste leerla, o esta es la primera vez que entrás a mi blog y querés acceder a entradas anteriores, hacé click en el enlace siguiente:


El plan era sencillo, íbamos a estar tres días y medio en la ciudad y queríamos hacer lo máximo posible. Contábamos con una ventaja importante respecto al viaje anterior: era verano. Ese detalle, por más simple que parezca, nos hizo una gran diferencia, los días eran mucho más largos respecto al viaje anterior y andar con menos ropa, nos permitió ser bastante más rápidos en las calles neoyorkinas. Sin embargo, el plan tenía una falencia: por la duración del viaje, no podíamos tener contratiempos. Debíamos ser organizados, aprovechar el tiempo al máximo, no perdernos, no fallar en nada. Evidentemente, el lector astuto, podrá darse cuenta que el plan no fue exitoso. Por distintas razones que no vienen al caso, pasamos la mañana de nuestro segundo día en la ciudad más importante del mundo, haciendo cola en UPS, para retirar un paquete que tenía que volver con nosotros a Montevideo. Hacía mucho calor, demasiado para andar cargando cosas por la ciudad (diga que el sistema de metros es francamente admirable y nos salvó bastante la plata). Quizás lo único positivo de esa mañana haya sido el haber probado una exquisitez: un bagel con crema con gusto a cebollas y no sé qué más, que estaba de la hostia. Es de esos sabores que querés volver a probar en tu vida (y que en Uruguay no hay nada similar!), con lo cual, tendré que volver a NYC a degustarlo nuevamente! 

La tarde nos deparaba otro mandado no muy gratificante. Algo que SI o SI debíamos hacer en nuestra estadía era ir a New Jersey. Dado que habíamos perdido alrededor de medio día ya, optamos por dedicar la tarde para realizar este paseo. La noche anterior, nos habíamos (me había) quedado con las ganas de comer una pizza de la cadena Pizza Hut. Nuestro tren (NYC -> NJ) partía desde la Penn Station, que casualmente, tenía una pizzería cercana, por lo cual, raudamente nos dirigimos a la misma. NYC es cosmopolita, quizás (seguramente) como ninguna otra ciudad del mundo. Sin embargo, nos llamó poderosamente la atención que TODO el personal de ese Pizza Hut parecía proceder de un mismo país, tenían todos aspectos similares y se comunicaban en un idioma inentendible por nosotros. Yo supuse que serían de India, Bangladesh o algún país de esos, pero también supuse que no les agradaría demasiado que les preguntáramos. Nos demoraron como 20 minutos en preparar una Pizza Margarita. Compramos un par de bebidas onda vitamínicas (que guardamos en un bolsillo de un bolsito de mano que llevábamos) y salimos corriendo para la estación de trenes.

Asombra ver la cantidad de gente que circula por la Penn Station, corren, caminan, pasan hablando por celular, con valijas de mano, con carros, es un alboroto constante pero raramente ordenado. Pese a esto, cualquier persona que te choque o se tropiece contigo, tiene la delicadeza de parar lo que estaba haciendo y disculparse, algo que entre la locura que viven, podría llegar a sorprender. Mientras hacíamos la cola para el tren, descubrimos que el próximo tren saldría en tres minutos. Todavía no sé cómo hicimos para en tres breves minutos, terminar la cola, sacar los pasajes, encontrar el anden donde partía el tren y subirnos al mismo.

El viaje fue bastante disfrutable, el tren se movía bastante rápido, con lo cual, pudimos apreciar el cambio de paisaje entre la ciudad gigante que es New York y el verde que comienza a verse cuando se circula por New Jersey. Continuamente puede notarse la presencia de casas y pueblos vecinos a las vías del tren, pero bastante más esporádicos que los vistos antes. Descubrimos ciudades pequeñas y pintorescas en nuestro recorrido mientras degustábamos la muzzarella, lleno de casas al estilo americano, pero totalmente distintos a cualquier otra gran ciudad estadounidense. La anécdota del viaje, refiere a un chorro de líquido que comenzó a caer desde nuestra valija de mano, hacia la espalda de unos viajeros ubicados en el asiento detrás al nuestro. Nuestras bebidas vitamínicas estaban mal cerradas (o se abrieron durante el viaje), mojando todo (los asientos, los americanos, la valija de mano, el piso, todo!).

El resto del viaje no tuvo ningún otro aspecto destacable. Llegamos a Astoria y con el cansancio acumulado de una larga jornada, no nos dio para volver a Manhattan. Decidimos entonces dar una vuelta por un minicentro de Astoria, donde cenamos y disfrutamos de unos caliboratos y de la gente linda americana.

El segundo día culminó con una sensación bastante amarga. Íbamos a estar menos de cuatro días en la ciudad y perdimos uno realizando "trámites". Por suerte, el resto del viaje no tuvo otras dificultades. El día tres (que será el que relate en la próxima entrada) fue estupendo, mágico, fabulofantástico o fantabuloso. Fuimos al sitio donde estaban las torres gemelas y pudimos ver el memorial, luego fuimos a la zona del Harlem, donde visitamos el predio de la Universidad de Columbia y comimos en un restaurant mexicano. En la tarde, recorrimos el bellísimo Central Park, donde nos encotramos con ciertos espectáculos artísticos, pero no logramos encontrar bicicletas para recorrerlo! En la tardecita fuimos al Wall Street y liquidamos la jornada yendo al Radio City Music Hall a ver el espectáculo Zarkana del Cirque du Soleil. Así que estate atento que se viene alto relato!