http://mathiasonthetrip.blogspot.com/2012/06/chicago-windy-city-parte-1.html
Si ya leíste todas las partes anteriores, FELICITACIONES!
Debés ser uno de los dos que lo han hecho!
Tal como expresé en la parte 4 de Chicago, el objetivo de la parte 5 será contar situaciones distintas, bizarras, extrañas o al menos, que no estuvieran planificadas.
Las corridas por el aeropuerto de Miami
El vuelo que iniciaba el recorrido, salía de Montevideo a las 23.15 de la noche. Debido a que no existen vuelos directos (todavía (?)) hacia Chicago, debimos hacer escala en Miami. El plan de viaje indicaba que teníamos menos de dos horas entre vuelo y vuelo. Sin embargo, el que partía desde Montevideo, vaya uno a saber por qué, se atrasó como 45 minutos. Luego de un viaje bastante normal (salvo por el hecho de que me costó dormirme y tuve que diazepanearme un poco), arribamos a Miami 20 minutos atrasados del plan original. Como estábamos haciendo escala en Miami y era nuestra entrada a Estados Unidos, debimos ir a buscar nuestras maletas y despacharlas hacia Chicago, para recién después, encontrar el lugar al que teníamos que ir para tomar el siguiente avión. No sé si el aeropuerto de Miami es gigante, si corrimos en vueltas o qué, lo cierto, es que con la valija de mano habremos corrido como 15 o 20 minutos y parecía que cada vez estábamos más lejos. Por la alegoría de mi relato, el lector podrá darse cuenta que llegamos bien a tomar el siguiente avión, pero sufrimos más de lo esperado! Igual ta, alguna foto que otra metí.
El problema de la valija al llegar
Si hay un momento en el que quedo pegado, es este. Ya hice la historia que tomamos el metro en el aeropuerto de Chicago, que nos dejó a cuatro cuadras del hostal. Cuando nos bajamos con TODAS las valijas, teníamos que salir por una puerta giratoria, desde la parada de metro, hacia la calle. Iluso yo, pensé que la puerta giraba 360 grados, y se me ocurrió dejar una valija atrás, pensando que podía dar toda la vuelta en la puerta y volver a buscarla. Evidentemente, la puerta no giraba los 360 grados y me quedó una valija en el camino. Diga que se podía ir por otro lado a buscarla, sino, no iba a ser el mejor comienzo de viaje.
La noche de Chicago
Estuvimos dos noches en Chicago. Sin embargo, no tengo recuerdos de dos noches, salvo que en las dos noches hayamos hecho lo mismo. Fuimos a un bar cercano al hostal (tipo, dos cuadras). En la calle, no andaba un alma, eran cerca de las 10 pm. Sin embargo, adentro del bar estaba repleto. Era un espacio bastante grande, con una barra central cuadrada y sillas alrededor para quienes quisieran tomar en la barra. Además, había mesas y sillas por todas partes. Todo el mundo charlando feliz, karaoke, Jack Daniel's con coca y algunos shots para sacar el frío.
Burritos & Margaritas
Luego de una de esas dos noches, salimos del bacilón y fuimos a un barzucho mexicano. Pedimos un burrito que era enorme, parecía como para tres personas. No había chance de terminarlo. Creo que no tomamos margaritas, no sé por qué, si porque no había, o porque el local no tenía mucha pinta de ser pulcro.
Esmeralda
Ya veníamos cebados con hablar en español. Yo cuando llegué a Miami hice todo el check-in en español. En el hostal había un mexicano con el que hablamos de fútbol. Encontramos bastantes personas que hablaban español. El mediodía del segundo o tercer día, fuimos a comer a un restaurant de pinta latina. La moza, una señora de tipo 50 años, con mucho aspecto de doña centroamericana se nos acercó. En el cartelito que tenía su nombre, decía "Esmeralda". Evidentemente, le hablamos en español. Puso la peor cara de OGT y se hizo la que no entendía. Seguro que no...
La salida de gala
Una de las tarde-noche en las que salimos, terminamos yendo a un local donde había música en vivo. Una vez que estábamos adentro, el ambiente era bastante formalote. Los tipos de pantalón de vestir y saco, las señoras de trajecito, y el más joven tenía unos 38 años. Se nos acercó un security a invitarnos a que nos acercáramos a la ropería. Allí fuimos gentilmente invitados a cambiarnos (ellos nos proporcionaban la ropa), o bien a retirarnos. Evidentemente, nos quedamos! Terminé de vaquero, remera con un saco arriba y unos zapatos talle 46 aprox. Tomamos algo y nos fuimos rápido. El local estaba bastante bueno, pero creo que estaba más enfocado a gente más grande.
Un año y medio después de haber escrito esta entrada, acabo de descubrir que el local se llamaba Readhead Piano Bar. Yey!
La yapa
Creo que fue en Chicago, aunque no lo recuerdo muy bien. Haciendo uso de la garra charrúa y de la viveza criolla, se me ocurrió "violar una regla". Me colé en el metro (teniendo en mi bolsillo la tarjeta para viajar). En realidad, aproveché la misma pasada de molinete de entrada. Después anduve perseguido como por dos horas!
Me olvidé de todo esto
Una de las cosas a las que me sometía al escribir estas líneas, era a olvidarme de contar algunas cosas, por o cual, todo lo que se me vaya ocurriendo no lo voy a relatar en un nuevo artículo, sino en esta sección.
Una de las dos noches que pasamos en Chicago, fuimos a tomar algo al Hard Rock Café. En realidad, pasamos primero por la tienda de souvenirs a comprar algunos recuerdos (en mi caso una remera) y chusmear un poco. Sin embargo, el café estaba al lado y tenía un ambiente espectacular. Entramos a ver qué onda. Era un local grande (enorme) y con dos niveles. El otro día estaba intentando acordarme si tocaba una banda en vivo o no. No pude. Me acuerdo que tomamos unos caliboratos y seguimos viaje. Altamente recomendable si alguien anda por ahí.
También Chicago supo conocer mi destreza como patinador en hielo. Cual gacela en la sabana, supe deslizarme por el gélido mar blanco y sacarle chispas con mi velocidad. En realidad, no fue tan así. Lo cierto, es que botijas de cinco o seis años pasaban como pedo por al lado mío como si patinar fuera tan fácil como caminar. Me sentí humillado. Por algún lado andan algunas fotos, pero el lector jamás las conocerá!
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