sábado, 5 de julio de 2014

Berlín, Alemania - Parte 3

El día había estado agitado, horas atrás habíamos despegado desde un aeropuerto en las afueras de Londres, para llegar a otro en las afueras de Berlín. Llegamos a nuestro alojamiento con el cansancio natural de quien ha caminado mucho y dormido poco en los últimos días, sumado al desgaste mental de la entrada a la Pension Thomas. Caminamos hasta Potsdamer Platz, bordeamos el Tiergarten, entramos al Holocaust-Mahnmal y sus miles de losas de distinta altura. Finalmente, llegamos a Brandenburger Tor. Si te perdiste el relato anterior, todavía estás a tiempo de leerlo! Entrá acá:



Ya era de noche y estábamos cansados. Había sido un largo día. Optamos por deshacer el camino hecho, cosa de llegar (sin perdernos) a la Pension Thomas. En nuestra vuelta, pasamos por un supermercado berlinés, a comprar víveres para consumir por el camino (seguramente una botella de agua y alguna golosina). Es increíble darse cuenta que cuando no hay un idioma en común entre dos personas que hablan lenguas distintas, TODO puede volverse dificultoso. Descubrimos en este viaje que en Berlín (por lo menos en la parte de servicios) no es frecuente que las personas hablen inglés (español ni probamos), por lo cual, todo puede ser bastante más complicado de lo común para un turista a la hora de querer hacer algo.

Llegando a nuestro alojamiento, encontramos un par de lugares con comida turca y a precios razonables. En mi vida había probado un kebab ni ninguna de esas cosas (bah, probé sí, pero en su versión montevideana), por lo cual, decidimos que podía ser una buena experiencia darle una chance a los turcos. Para contextualizar un poco, el kebab es una variedad de comidas que tienen como ingrediente principal carne asada en pinchos que van girando, de forma que toda la carne se vaya cociendo pareja.


En la imagen anterior, un rico kebab sobre una base de papas fritas y con una especie de salsa (que tranquilamente podía ser de yogurt), acompañado de una Warsteiner helada, una de las cervezas más típicas de Alemania. Volviendo al kebab, la carne también puede ser acompañada por ensaladas o arroz. Por otra parte, también se podían comprar tortillas turcas, bastante similares a los lehmeyunes armenios. Lo cierto es que, por unos 8 o 10 euros, uno puede comer hasta llenarse y con comida realmente rica. Obviamente, reincidimos un par de veces en el lugar.

Al día siguiente, optamos por volver a Potsdamer Platz y continuar con la recorrida iniciada durante el día anterior. Esta vez haríamos algo un poco más inteligente: dado que teníamos los tickets de tres días para todo el sistema de transporte de la ciudad, elegimos subirnos (o bajarnos) al subte y hacer el recorrido en menos tiempo. Para llegar a nuestro destino, debíamos tomar una línea de subte, bajar en la parada siguiente y allí, tomar otro. En menos de quince minutos habríamos llegado. Con este plan en mente, tomamos el primer subte y nos bajamos en la primera parada. Mapa desplegado en mano, comenzamos a buscar el lugar indicado para subirnos al siguiente subte y mientras lo hacíamos, un grupo de tres chicos aparentemente también estaba perdido, dado que se veían casi tan desorientados como nosotros. Como no encontrábamos la parada donde pasaría nuestro segundo subte, decidimos salir al aire libre (todo esto era bajo tierra) a ver si encontrábamos alguna indicación. Cuando nos dimos cuenta que los muchachos desorientados comenzaron a seguirnos de cerca, razonamos que quizás no estaban tan perdidos y apuramos el paso. Subiendo la escalera, notamos que uno de ellos acercó peligrosamente su mano a una de nuestras billeteras, sin éxito. Con bastante susto (no debe estar bueno que te quiera robar alguien a quien ni siquiera le entendés su idioma) salimos caminando ligero del lugar y nos alejamos presurosos.

Volvamos a la historia original. Llegamos (un poco más tarde de lo planeado) a Potsdamer Platz y entendimos necesario pasar por Starbucks a hacer una parada técnica. En todo el viaje, debo haber tomado unos cuatro o cinco litros de Caramel Macchiato. Debo decir que no me canso de esa bebida.


Ahora sí, volvamos a la historia original. Al costado de Potsdamer Platz, uno accede al Tiergarten, el parque principal de Berlín. Está ubicado en el centro de la ciudad. En sus primeros años, era utilizado para la caza de jabalíes y ciervos (en alemán, Tiergarten significa jardín de animales o zoo). Sin embargo, actualmente se utiliza para el disfrute de la gente. Recorriéndolo, me hizo acordar al Central Park en New York (aunque bastante más pequeño), un gran lugar verde en el medio de una ciudad enorme. Es el pulmón de la ciudad. Se encuentra circundado además por lugares históricos de Berlín, como Potsdamer Platz, el Reichstag, el Palacio de Bellevue o la Berliner Philharmonie. La siguiente es una imagen del parque.


Caminando por el parque, es frecuente ver (en días lindos) a grupos de personas descansando tiradas sobre el pasto, andando en bicicleta o caminando por el lugar. Hay decenas de esculturas y caminos de piedras armados para acceder a distintos lugares del parque. Volviendo a la analogía del Central Park, en el Tiergarten hay pequeños lagos con puentecitos de piedra que los cruzan y permiten cruzar de un sector a otro del parque. Tal como se aprecia en la imagen precedente, en el centro del parque hay una columna de grandes dimensiones, llamada Siegessäule (en español, Columna de la Victoria). Vista de al lado, es una columna monumental. Dado que la misma se encuentra en el centro de una rotonda importante (conecta cinco avenidas importantes de la ciudad) y con muchísimo tráfico, existen cuatro túneles bajo tierra que conectan la rotonda con el parque. Al salir de uno de esos tuneles, se puede tener esta vista:



Una característica extraña de esta construcción, es que originalmente fue erigida en un lugar distinto al actual (antes estaba enfrente al Reichstag). Luego de la Segunda Guerra Mundial, Francia quiso dinamitar el monumento, pero fue vetada. Por otra parte, de los cuatro anillos que se ven en la imagen, sólo tres estaban presentes en la construcción inicial. El cuarto anillo fue colocado entre los años 1938 y 1939, cuando el monumento fue trasladado. La columna es coronada por la estatua de la Diosa Victoria, que según la mitología romana, personifica el triunfo.

En el interior de la columna existen 285 escalones en caracol, que permiten llegar casi a su tope. Dentro de sus instalaciones, hay una muestra donde se puede observar la historia de la columna, sus relocalizaciones, sus agregados y los momentos históricos que se han vivido allí. Por otra parte, mientras se suben los miles de escalones (sí, eran 285, pero parecían miles), cada cierto tiempo existen descansos con sillas de hierro y ventanitas al exterior. Si se presta atención, cada una de estas ventanitas permite ver (controlar) cada una de las cinco avenidas mencionadas anteriormente. Supongo que durante épocas de guerra, estos descansos en la columna serían utilizados como puestos de guardia y control de las principales avenidas de Berlín.

En el tope de la columna (debajo de la estatua de Victoria) hay una serie de pinturas que rodean la construcción: pinturas de reyes, de guerras, de militares; probablemente representando la sociedad de otra época.

La siguiente imagen (última de esta entrada) muestra lo mencionado anteriormente, respecto a las ventanillas que apuntan a las principales avenidas de la ciudad.



Detrás de la ventanilla, una silla verde de hierro estaba colocada en el descanso de la escalera caracol.

Por el momento, esto es todo. La siguiente entrada seguramente contenga información de Alexanderplatz, del Reichstag, de la Puerta de Brandeburgo, de Unter den Linden y alguna cosilla más.

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