jueves, 9 de octubre de 2014

Brujas, Bélgica - Parte 2

Era casi medianoche de uno de los últimos (y no por eso menos fríos) días de invierno en la ciudad de Brujas, Bélgica. Un par de turistas descendían en la estación principal de trenes de la ciudad, luego de una travesía que incluyó dos aviones, dos trenes y más de un día de viaje. El hotel escogido, el ibis budget, estaba casi pegado a la estación de trenes, sin embargo, para llegar al mismo era necesario subir una escalera que, con las horas de viaje y las valijas, se hizo interminable para los viajeros.

Esta entrada es la segunda correspondiente a la ciudad de Brujas, en Bélgica. Si querés leer o releer la primera parte, click en el siguiente enlace:


Comencemos por el principio. Brujas, Brugge o bien, La Venecia del Norte es una ciudad belga, capital de la provincia de Flandes Occidental. Cuenta con unos 117.000 habitantes y se encuentra en el noroeste de Bélgica. Su nombre significa puentes en idioma flamenco. De hecho, el flamenco (o flamenco occidental) es la lengua oficial de la provincia.

Uno de los principales atractivos de la ciudad es su casco histórico, manteniendo casi que intactas todas sus construcciones medievales. Al igual que otras ciudades europeas, Brujas es conocida como La Venecia del Norte, debido a la gran cantidad de canales que atraviesan la misma.


Entre los siglos 12 y 15, Brujas vivió su época dorada. Debido a su estratégica localización, fue cuna de cientos de emprendedores que desarrollaron nuevas formas de capitalismo en la ciudad, empleando innovadores métodos de comercio y de pago. A partir de esto, la ciudad comenzó a recibir oleadas de comerciantes de distintas nacionalidades. Por otra parte, la industria de la lana se expandió rápidamente, considerándose a los tejedores e hilanderos de la ciudad, como los mejores del mundo. En esos tiempos, el puerto de Brujas era uno de los más importantes de la región, generando que la población de la ciudad aumentara significativamente. Finalmente, en el siglo 15 Felipe el bueno definió en Brujas la localización de su corte, atrayendo a cientos de artistas, banqueros e importantes personalidades de Europa.

Luego de un importante declive en los siglos posteriores, en el año 1965 comenzó un renacimiento de la ciudad, restaurándose residencias, comercios, iglesias y edificios históricos. A partir de esto, se generó un boom turístico en Brujas, que actualmente recibe alrededor de dos millones de turistas por año.

Basta de tanta información y culturización, volvamos a la historia de los turistas, pero ahora relatada en primera persona.

Llegamos al hotel casi a medianoche, con un frío bastante jorobado. Hicimos check-in en el ibis budget, dejamos nuestras maletas y media hora después, estábamos hablando con el recepcionista del hotel. Aparentemente, le llamaba la atención que un par de turistas llegaran en mitad de la noche y aún así estuvieran dispuestos a hacer un primer reconocimiento de la ciudad. La realidad era que no habíamos podido cenar y buscábamos algún lugar abierto. Mapa en mente y siguiendo los consejos del buen hombre, salimos a caminar.

Lo primero que me llamó la atención, aún en mitad de la noche, fueron las ciclovías. Cada calle tenía un espacio importante designado, pero ya hablaré de esto más adelante. Lo que puedo decir por ahora, es que si caminás por una ciclovía, los ciclistas te van a mirar feo.


Siguiendo las recomendaciones del don del hotel, caminamos varias cuadras por una calle llamada Koning Albert I-laan. Por el momento, no habíamos visto nada de construcciones medievales ni canales. No era la Brujas que me habían vendido. En un momento determinado, llegamos a una plaza, con una fuente central y algunos lugares para comer a su costado. Lamentablemente, todos cerrados y sin movimiento. Sin embargo, las calles ya comenzaban a ser de adoquines y las casas a tener un aspecto más antiguo. La alegría fue aún mayor cuando notamos que una cuadra más adelante, había un lugar de comida turca (o símil) abierto.


Luego de una rápida cena, continuamos la marcha. Ahora sí parecía que estábamos acercándonos a la Brujas que uno ve en internet. Calles angostas, de adoquines. Casas de altura uniforme, de unos dos pisos o tres y con techos típicos.


Era extraño notarse caminando por esas calles, quizás las mismas que hace 500 años, pero ahora circuladas por autos de último modelo. Era raro también darse cuenta que los negocios en esas calles vendían productos tecnológicos o ropa moderna. Si no hubiese sido por esos pequeños detalles, tranquilamente uno se podría ver caminando en la Brujas de hace medio milenio.

Seguimos caminando por Noordzandstraat. Pronto notaríamos que el sufijo straat significa calle, dato útil si los hay. Un rato más adelante, luego de habernos cruzado con más bicicletas estacionadas en la calle que turistas caminando, llegamos a una zona con varios pubs, raramente abiertos. 


No dudamos, entramos a uno de ellos que estaba repleto de gente (o era muy pequeño el lugar) y tomamos una pinta de cerveza artesanal local, recomendada por el mozo del establecimiento. En ese momento, todo el cansancio del viaje pegó de golpe y decidimos que era una buena hora de volver al hotel.

Por acá termina esta entrada. En la siguiente, el primer día en Brujas!

domingo, 5 de octubre de 2014

Brujas, Bélgica - Parte 1

Entre finales de marzo y principios de abril, recorrí algunos destinos de Europa. Era la primera vez que cruzaba el gran charco, por lo cual, el objetivo era conocer la máxima cantidad de lugares posibles en los 17 días que duraría el viaje. La primera escala del mismo era la visita a la ciudad de Brujas (Brugge), en Bélgica. Viéndolo en retrospectiva, me llama la atención haber comenzado la travesía visitando una pequeña y antigua ciudad en un país casi que desconocido por los uruguayos. Sin embargo, la elección de Brujas (tal como espero reflejen estas líneas) fue además de azarosa, muy afortunada.

De todas maneras, sigamos el ritual que acompaña estos relatos. La entrada anterior fue la última de Berlín, capital de Alemania. Si te la perdiste, te invito a que pases por acá:


La travesía por Europa, cuya primera ciudad a relatar será Brujas, tuvo antes varias escalas que entiendo merecen ser relatadas en unas pocas líneas de la bitácora. Para llegar a nuestro primer destino, debíamos hacer escala en el aeropuerto Guarulhos de San Pablo. Allí nos subiríamos a un avión que nos trasladaría hasta la ciudad alemana de Frankfurt. Al llegar, el siguiente paso sería tomar un tren que nos dejaría en Bruselas, capital de Bélgica. Finalmente, un último tren nos permitiría llegar a Brujas.

No tengo dudas, el aeropuerto Guarulhos de San Pablo es el peor que he visitado. Tanto en el viaje de ida como en el de vuelta debimos detenernos siete horas allí. Es incómodo, lleno de gente, con muchos free shops y algunos pocos lugares para comer algo, que además eran carísimos. Tanto para subir a un avión como al descender, es necesario subirse a unos buses que trasladan a los pasajeros hasta su respectiva nave. Por un momento temí que el chofer de turno le errara al bus, cosa que por suerte no sucedió. Por ser vísperas del mundial de Brasil, sabíamos que se estaba por inaugurar una nueva terminal, pero no pudimos acceder a la misma. En un momento, el personal de una aerolínea informó que sus pasajeros tenían que presentarse, pero en lugar de hacerlo por altoparlantes, iban recorriendo los pasillos "informando" a la gente a los gritos. Era la primera vez que lo visitaba y me pareció que era más chico de lo que debía ser. En fin, no quiero desviarme demasiado del relato original, continuemos.

Luego de infinitas horas arriba del avión (algo así como once o doce), llegamos a Frankfurt, Alemania a las tres de la tarde. Al hacer migraciones, el oficial nos hizo las clásicas preguntas intentando corroborar que los turistas no se queden a vivir en su país. La situación se complicó un poco al no llevar impresos los pasajes de vuelta, pero cuando mostramos todas las reservas de hoteles y traslados ya pagos, convencimos al hombre. El aeropuerto de Frankfurt es el principal de su país y tercero en europa, transitando por el mismo más de 50 millones de pasajeros. Su interior es bastante moderno, con muchos ventanales y correctas señalizaciones. Una gran ventaja es que está conectado con la terminal de trenes, desde la que partiríamos hacia Bélgica.


Debimos estar un par de horas en la terminal de trenes, por lo cual, aprovechamos para recorrerla. Mucha prolijidad, quizás hasta demasiada para lo que estamos acostumbrados. Trenes que arribaban y partían a la hora indicada en los carteles. Recipientes para depositar distintos tipos de desperdicios. La gente con la que tuvimos contacto fue super cordial y hablando en perfecto inglés. Desde un costado de la terminal se accedía a un hotel Hilton Garden Inn cuyo diseño era similar al utilizado en la terminal, sobrio y con mucho vidrio. A esa altura, ya estábamos casi que en hora, así que fuimos al anden 7 a esperar el tren.


Si bien era uno de los últimos días de invierno, el frío se comenzó a hacer notar mientras esperábamos nuestro transporte. El tren llegó en la hora señalada y allí subimos. Estaríamos sobre el mismo cuatro horas, hasta llegar a Bruselas en el medio de la noche. Si en Frankfurt nos pareció que hacía frío, en Bruselas el clima era bastante peor. Esperamos en la estación Brussel-Noord el tren que nos llevaría a nuestro destino. Finalmente, subimos a un tren similar al de la próxima imagen, que sería el encargado de depositarnos en Brujas. Seré sincero, hasta ese entonces desconocía que hubieran trenes doble piso.


La última hora de viaje (la que separaba Bruselas de Brujas) se hizo sumamente rápida. Cuando quisimos acordar, estábamos bajando en la estación Brugge. El lugar escogido para pernoctar las dos noches que estaríamos en Brujas era el Hotel Ibis Budget Brugge Centrum Station. Tal como indica su nombre, se encontraba pegado a la estación de trenes, ideal para una fría noche de invierno y turistas con varias maletas.


Más allá de ser de los hoteles de menor precio, no tuvimos ninguna queja con el mismo. El ibis tenía lo esencial para asegurar un buen descanso y permitir al turista renovar energías para el día siguiente.

Ya escribí demasiado. En la próxima entrada relataré las primeras experiencias por la ciudad. Espero hayas disfrutado la presente!