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A modo de breve resumen, mi visita a Cleveland formó parte de un viaje bastante relámpago que también incluyó una ida al estado de Florida, por las ciudades de Miami, Sarasota, Naples y algún que otro poblado cercano. Todo en cinco días.
Retomo el relato de la entrada anterior. Cleveland es una ciudad chica, bastante para el tamaño estándar de las ciudades de Estados Unidos. Habíamos investigado en internet algunos lugares para ir en la media jornada que teníamos disponible, siendo el museo de Rock and Roll uno de los lugares más recomendados. Hacia allí fuimos. Si el lector es asiduo de estos lares, recordará que en la primera entrada correspondiente a esta ciudad, mostré una imagen de una guitarra, en honor al museo, en el aeropuerto. Indiscutiblemente es una de las mayores atracciones de la ciudad. Según la wikipedia, el salón de la fama de rock es un museo dedicado al recuerdo y memoria de los artistas más famosos e influyentes de la industria musical a través del género de la música rock.
La siguiente imagen muestra la entrada principal del museo y salón de la fama:
No se aprecia demasiado, pero el lugar es realmente grande y cuenta con distintas áreas divididas según ocho (o nueve?) categorías. En cada uno de esos sectores, existen stands dedicados a bandas o cantantes famosos, donde se muestran fragmentos de letras, ropas o atuendos típicos, así como extractos de revistas y videos. En otros casos, habían auriculares para poder disfrutar algunas canciones. Incluso allí adentro, transmitía en vivo una radio, que me imagino, pasaría Rock. No me voy a explayar demasiado hablando del museo, les dejo una foto más y cambio furibundamente de tema:
El atuendo, tal como surge en la carátula del álbum que aparece debajo, corresponde al disco Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band, de los Beatles; para muchos, considerado el mejor disco de la historia. Para mi no, aunque creo que tampoco tengo un disco favorito.
Luego de comprar algún recuerdo del lugar y sacar alguna que otra foto, continuamos nuestra travesía. El siguiente paso era conocer un submarino utilizado en la segunda guerra mundial. Suerte para nosotros, el mismo estaba ubicado a escasas dos o tres cuadras del museo, ideal para nuestro tiempo disponible. Al llegar, descubrimos que en la parte de afuera del submarino, había algunos instrumentos en exposición, tales como un periscopio y un torpedo.
Finalmente entramos. Lo primero que debo decir, es que el lugar no es apto para claustrofóbicos. Los espacios son realmente reducidos y los pasillos muy angostos. Pese a esto, es extremadamente largo y con espacio para contener decenas de personas en su interior. Como muestra, en la siguiente foto se puede observar el lugar donde dormían los militares de menor rango.
Tal como surge de la imagen, en esa sala dormirían por lo menos 20 o 25 personas. Alguien que haya visto alguna película que transcurra en algún submarino, podrá darse cuenta que las escenas donde los militares corren raudos y presurosos por los pasillos, sin chocarse, podrá darse cuenta que no hay chance de que eso suceda en la vida real. En otros sectores, te podías encontrar con baños, cocina (bastante completa por cierto), dormitorios con menor cantidad de camas (seguramente para personal de mayor rango que el de la foto anterior), una sala para lavar ropa, la sala de torpedos, el periscopio, motores, etc. Es, realmente, gigantesco. Un detalle que omití en el relato, es que en cada una de esas salas había un reproductor donde se explicaba el rol de ese sector del submarino, quiénes trabajaban ahí y sus tareas. En fin, si alguien visita la ciudad, no puede perderse este paseo (salvo que, tal como ya advertí, sea claustrofóbico).
Nos quedaban MUY pocas horas en la ciudad. El hambre arremetía contra nuestra voluntad de seguir paseando, con lo cual, optamos por visitar el Hard Rock Café local. Por el poco tiempo disponible, comimos una hamburguesa al pan con fritas (que sabía bastante mejor de lo que suena en este momento). Un elemento destacable del lugar, es que se encuentra emplazado en un hotel/centro comercial. Hasta ahora, todos los que había visitado eran locales individuales. Finalmente, con más prisa que pausa, retiramos el Spark del estacionamiento y nos fuimos para el aeropuerto.
Este es el momento donde confirmamos que la mala suerte era la tercera persona que iba en el viaje. Llegamos al sector donde se devolvían los autos, lo dejamos y nos fuimos en el bus que ya mencioné en la segunda entrada de Cleveland. Estando en el aeropuerto, a punto de despachar las valijas, nos dimos cuenta de dos cosas. La primera, era que nuestro vuelo se había atrasado unos 45'. Nos venía bien porque estábamos medio apretados de tiempo. La segunda, era que habíamos perdido una billetera. Caos. Adios dinero, tarjetas, documentos, todo. La única chance que nos quedaba era que se hubiera caído dentro del Spark, por lo cual, despachamos las valijas y nos fuimos, nuevamente, al edificio donde se alquilaban los autos. Para no demorarla más, la billetera terminó apareciendo en el auto, con todos los elementos que tenía antes de perderse (y eso que había bastante dinero adentro). Bastante aliviados, volvimos al edificio principal y partimos hacia Miami.
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