Pese a esto, la última entrada que recuerda este blog, corresponde al mes de Marzo de 2013, es decir, de hace casi cinco meses. Como siempre, facultad, trabajo y viajes (para variar!) han conspirado en contra de la asiduidad de mis relatos.
Sin más, intentaré volver a la línea de historias, que si no recuerdo mal, nos situaba en la ciudad de Boston, en esa visita fugaz de mediados de Enero de 2011. Para leer la entrada anterior, click en el siguiente link:
Antes de seguir con el hilo argumental, me permito un breve impasse para resaltar que acabo de notar que tanto esta entrada, como la anterior, comienzan con la frase: "Es raro.". Es raro.
Ahora sí. Terminamos nuestra visita por el Museo de Ciencia de Boston y decidimos ir a conocer el campus de Harvard. Sinceramente, no tengo el recuerdo totalmente fresco de toda esta experiencia, por lo cual, me guiaré por fotos, imágenes vagas que flotan por mi cabeza y lo que no recuerde, intentaré que pase lo más desapercibido posible.
Sin embargo, antes del relato, un poco de cultura general. Harvard es una universidad privada que fue fundada en el año 1636 (si, 1636!) que se encuentra localizada en Cambridge, Massachusetts, contando aproximadamente con 6.700 estudiantes de grado y 13.000 de posgrado, siendo la institución de enseñanza superior más antigua de los Estados Unidos. Es la mejor universidad del mundo según varias calificadoras internacionales.
Llegamos al campus de Harvard a través del subte, como casi siempre en este tipo de ciudades. Quien haya visto la película "La Red Social", donde se habla de Facebook y su proceso de creación, seguramente recuerde imágenes como la siguiente (por más que en la película creo que no hay escenas con nieve).
Son múltiples los edificios en el campus. Por su forma y distribución, se me antoja a que muchos de ellos (similares a los de la foto) son residencias estudiantiles. Es más, no me extrañaría que estén divididas según las fraternidades (onda theta-gamma-alpha), pero bueno, eso es más hipotético que real. Anduvimos paseando un poco por sus alrededores, tomando fotos con un tal John Harvard (para los despistados, el que dio nombre a la Universidad) y conociendo la zona. En el mismo predio, hay una especie de capilla/iglesia, que estaba cerrada a esa hora.
Continuando con la recorrida, encontramos un edificio que parecía servir para el dictado de clases. Entramos. Efectivamente, confirmamos nuestra teoría. Una de las mayores decepciones, fueron los salones. Por algo que desconozco, me esperaba algo totalmente distinto, a fin de cuentas, una de las mejores univesidades del mundo, debía tener algo diferente. Pero no. Me encontré con pasillos apenas más amplios que los de mi facultad, salones en formato de anfiteatro (si no recuerdo mal) y quizás el entorno un poco más decorado. Pero nada muy loco. Por otra parte, también vimos un salón lleno de computadoras de escritorio, que se me ocurre podría ser un laboratorio de informática, pero no sé si sería realmente. Otra mini decepción, fue no encontrar ningún cartel nomenclator que indicara que uno estaba en Harvard, estuvimos varios minutos buscando para sacar una foto, pero nada.
Al igual que múltiples universidades de Estados Unidos, Harvard cuenta con una tienda donde se pueden comprar distintos productos relacionados al instituto, desde libros de texto, hasta remeras, gorros, llaveros, y casi cualquier artículo que uno pueda imaginar. Hicimos una breve visita, en la cual me hice de una taza con el escudo de Harvard y seguimos viaje.
Dado que en la ciudad habíamos conseguido alojamiento gratis, se nos ocurrió la brillante idea de invitar a los dueños de casa a cenar a algún lugar. Evidentemente, sin conocer Boston, les dijimos que hicieran los honores y fueran ellos quienes eligieran el sitio, a fin de cuentas, qué podría pasar?
Antes de continuar, entiendo necesario hacer una pequeña aclaración. Dado que nuestro viaje era de arriba de tres semanas, solíamos almorzar y cenar en lugares de comida rápida y/o barata, cosa de no desprendernos de demasiados dólares en cada ingesta. Sigo.
Nos encontramos con los dueños de casa, quienes nos llevaron a un sitio que al menos desde afuera, no tenía mucho aspecto de nada. Entramos, nos ubicamos y nos trajeron el menú. Lo único que voy a decir, es que comí los mostacholes más caros de mi vida y que el costo de la idea fue de (algo así como) u$s 230 (y eso que los dueños de casa pagaron el vino y la propina, sino se iba a 300 fácil). Nunca había perdido tanto dinero en tan poco rato, hasta hace algunas semanas en Miami (ya llegará esa historia).
Lo cierto, es que una vez finalizada la cena y para quemar los pocos dólares que aún nos quedaban, salimos a romper la night en Boston. Va, en realidad, nos metimos a un típico bar de Estados Unidos, con una barra central rectangular y múltiples LCD, a tomar unos tragos para matar el frío. Nada raro ni ultra loco. Una vez terminada la joda, emprendimos marcha hacia nuestro alojamiento. Como detalle de esa caminata al frío, resalto que infringí una regla medio jodida (que no hubiera estado bueno si me agarraba la cana y dejo al lector imaginarse qué pude haber hecho), y que nos clavamos una muzzarella en Papa John's Pizza.
Finalmente, llegamos al apartamento, donde pasamos la noche. Para terminar el capítulo Boston, teníamos boletos para ir a NYC en un ómnibus que salía a eso de las 6 am. Por alguna razón rara, le erramos al horario y perdimos el bus. Diga que el tipo de la empresa se la jugó y nos dejó subirnos en el turno siguiente, 20' después.
Listo, terminé con Boston. Felizmente aún me quedan varias ciudades por escribir, con lo cual, tendré que decidir en estos días por dónde sigo. Gracias por llegar hasta acá!
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