lunes, 4 de mayo de 2015

Brujas, Bélgica - Parte 5

Era una fría tarde de marzo de 2014 y nos encontrábamos caminando por Brujas, una de las ciudades más conocidas y visitadas de Bélgica. Tal como describí en entradas anteriores, Brujas es una antigua ciudad que ha sido remodelada en las últimas décadas, intentando mantener su estilo original. Existen múltiples canales que atraviesan la ciudad y que son navegables, siendo Brujas denominada La Venecia del Norte. Al igual que otras ciudades de Bélgica y Holanda, las bicicletas tienen un rol preponderante, constituyendo uno de los principales medios de transporte, tanto para los residentes como para los visitantes. Ya van cuatro entradas de la ciudad, si querés leer la última, pasá por acá:


Hasta el momento habíamos recorrido a pie gran parte de la ciudad, navegado por los canales en lancha y revivido la historia de Brujas a través de Historium. Otro de los puntos importantes junto al Grote Markt era Belfort van Brugge, el Campanario de la ciudad. Hacia allí fuimos. Como resumen histórico, cientos de años atrás las campanas eran operadas manualmente y tenían distintos posibles significados, entre ellos: apertura y cierre de las puertas de la ciudad o el inicio y fin de la jornada laboral. El carillón consta de 47 campanas y para llegar al punto más alto hay que subir 366 (interminables) escalones. Para llegar al escalón 366 hay que enfrentarse a una escalera realmente estrecha y llena de ávidos turistas, pero es recomendable subirla y poder ver Brujas desde las alturas.



Es interesante poder ver el funcionamiento interno del campanario y leer los detalles históricos que se van relatando en cada uno de los descansos. Al igual que el paseo en lancha, el campanario es otro de los típicos paseos turísticos.

A unas dos cuadras del Grote Markt y formando parte del centro histórico de Brujas, se encuentra la Plaza Burg. Como puede imaginarse el lector, este es otro punto de importancia de la ciudad, dado que tanto el Ayuntamiento como la Basílica de la Santa Sangre son linderos a la plaza. Hicimos una breve recorrida por los alrededores, caminando entre edificios de cientos de años y con un tipo de construcción de esas que ya no se hacen. Llegamos al Ayuntamiento, tomamos algunas fotos pero no hicimos el más mínimo esfuerzo por entrar, tenía aspecto de no estar permitido. Posteriormente entramos a la basílica. Al igual que el resto de las edificaciones linderas, fue construida en el siglo XII. En su interior había una decena de turistas que encendían velas y tomaban fotos a los imponentes vitraux.



Continuamos la caminata por los múltiples canales de Brujas, alejándonos cada vez más del centro histórico. Nuestro objetivo era visitar Kruispoort (o Puerta de la Santa Cruz), una de las tantas puertas de acceso que tuvo la ciudad y que fue construida en 1297. En esa época, la Plaza Burg había sido fortificada y al igual que Kruispoort existían otras puertas distintas de acceso a la ciudad. El camino de acceso a la puerta es realmente recomendable de visitar, puesto que existen distintos molinos que acompañan el trayecto.


Luego de tomar algunas fotos y encontrarnos con varios molinos idénticos al de la foto, llegamos finalmente a Kruispoort. A decir verdad, no es nada del otro mundo, vale la pena la visita si se tiene un rato libre como para empaparse un poco con la historia local, pero es totalmente evitable la ida. Quizás algo positivo a rescatar en la ida a la puerta, fue poder visitar distintas calles de Brujas no tan repletas de turistas.


Algunas horas después decidimos salir a tomar algo por la ciudad. A fin de cuentas eran las últimas horas allí, dado que la mañana siguiente partiríamos hacia Bruselas. Fuimos hacia el centro, donde terminamos tomando unas cervezas en un bar deportivo local, mirando un clásico Barcelona contra Real Madrid. Nos sorprendió realmente lo fanáticos del fútbol español que eran los belgas, aunque a decir verdad, la mayoría eran hinchas de los Blaugranas, sólo unos pocos hinchaban por el Madrid.

A primera hora de la mañana siguiente nos encontrábamos en la terminal de trenes, dispuestos a partir a la capital de Bélgica: Bruselas. Tuvimos algunos incidentes con la compra de tickets que no vale la pena contar. Luego, compramos algunos comestibles y subimos al tren.

Como nota al pie, descubrí una especie de panadería en Bélgica que todo lo que tenía estaba excelente.


Como se ve en la foto, el nombre del lugar era Panos y como comentario, es bueno, bonito y barato. Respecto a la foto, me llamó la atención que la Fanta no tuviera colorante (por eso la claridad de su color).

Hemos terminado con Brujas, una ciudad que vale la pena visitar.

viernes, 1 de mayo de 2015

Brujas, Bélgica - Parte 4

Si hay alguna característica típica de este blog y que se ha mantenido desde su fundación, es la irregularidad con la que se generan sus entradas. Inicialmente había previsto escribir al menos dos por mes pero debo confesar que fracasé rotundamente.

Meses atrás, había compartido parte de mis experiencias en la ciudad de Brujas, en Bélgica. Ya van tres entradas referidas al tema y se puede acceder a la última a través del siguiente link:


Ya era cerca del mediodía y llevábamos varias horas caminando. Decidimos tomar uno de los tours por los canales de Brujas, quizás uno de los paseos más típicos que se pueden hacer en la ciudad. Luego de comprados los tickets y de una breve espera, subimos a bordo. Hay que tener en cuenta que hay decenas de lanchas haciendo los paseos y si no recuerdo mal, se puede subir en distintos puntos de la ciudad, por lo cual, la espera suele ser bastante corta. Tal como era previsible, es totalmente distinta la Brujas que se ve desde los canales respecto a la que se observa a nivel de calle. 



Cada barquito cuenta con un guía que permanentemente brinda detalles acerca de los canales así de las construcciones más importantes que permanentemente van apareciendo ante los ojos del turista. Como era previsible, el paseo (que dura alrededor de media hora) es altamente recomendable, siendo quizás el paseo más comprado por turistas.

Luego de bajar de las lanchitas el hambre ya había comenzado a hacerse sentir. Para aprovechar al máximo nuestra estadía, compramos un producto típico de la ciudad (posiblemente sea algo típico de toda Bélgica): un cono de papas fritas con salsa. A decir verdad, no parecían tener nada raro que las diferenciara de las papas fritas de cualquier otra parte del mundo, pero quizás por el hambre que teníamos, nos parecieron espectaculares. Mientras tanto, caminábamos por calles típicas de la ciudad, entre plazas, iglesias, turistas y bicicletas.



Sin embargo, nuestro objetivo ahora era llegar al punto central de la ciudad. El Grote Markt, es una plaza que aloja múltiples edificios históricos, así como monumentos tanto civiles como religiosos. Por haber visto distintas imágenes en internet, sabíamos que nos encontraríamos con un lugar deslumbrante, sin embargo, fue aún más impactante la sensación que nos generó. Si bien es un lugar grande en extensión (capaz no tanto como el Grote Markt de Bruselas), lo que más asombra es el conglomerado de edificios a su alrededor, desde edificios típicos, pasando por un campanario o un mercado cubierto.



Tal como se puede apreciar en la siguiente imagen, en el Grote Markt existe una zona para aquellos que quieren detenerse a tomar y comer algo.



Como mencionaba anteriormente, salvo que uno ya conozca este tipo de ciudades, se va a llevar una gran sorpresa al encontrarse con este paisaje.

Alrededor de la plaza existen distintos paseos que se pueden realizar, algunos de ellos gratis (como por ejemplo la entrada a una pequeña iglesia antigua) y algunos otros pagos. 

Optamos por conocer Historium. Según lo que pudimos averiguar, era un paseo que permitiría al visitante conocer la historia de la ciudad y adentrarse en la Brujas del medioevo. Para ser sincero, quizás haya sido el punto más bajo de nuestro paseo por la ciudad. Es cierto, hay siete salas de proyección donde se va contando la historia de la ciudad en múltiples idiomas, su esplendor y posterior debacle, pero por otra parte, se mezcla la historia de amor de dos personajes, como forma de darle continuidad a la historia. Es interesante el paseo ya que permite conocer muchos aspectos e historia de la ciudad que de lo contrario es posible que pasaran desapercibidos, pero no es mucho más que eso. Como último detalle del paseo, antes de salir obligatoriamente se pasa por un sector denominado Duvelorium, donde se puede hacer un alto y degustar una Duvel, una cerveza típica.

Hemos llegado al final de esta entrada. Seguramente reste un relato más sobre Brujas, donde hablaré entre otras cosas, del campanario y de las puertas de la ciudad.