lunes, 3 de marzo de 2014

Florida - Miami - Parte 3

Drink all day, play all night, let's get it poppin', I'm in Miami Trick!

Así empezaba el estribillo de una de las canciones más conocidas de la banda LMFAO y en nuestras charlas previas al viaje, habíamos prometido que esta canción sería lo primero que compartiríamos vía redes sociales, una vez que pisáramos el suelo Miamiense. Promesa que evidentemente, no cumplimos.


Veníamos de dos intensos días en Orlando, para más información:


Lo cierto es que luego de bastante investigación, habíamos decidido pasar nuestros dos días en Miami, en el "afamado" Miami Beach International Hostel, aparentemente votado como el mejor hostel en los Estados Unidos. Navegando en su página web, uno encuentra decenas de jóvenes sonriendo, felices de estar en South Beach, con botellas y vasos en sus manos. Sin embargo, el lector perspicaz podrá notar que nuestra experiencia no fue del todo fructífera.

Llegamos al hostel ilusionados de pisar por primera vez Miami Beach. Ni bien entramos, nos alertaron que era muy temprano para hacer check-in, por lo cual, deberíamos esperar hasta las 13 horas para poder ingresar formalmente al lugar. Sin embargo, nos invitaron gentilmente a hacer uso de las instalaciones (en criollo, dejar las maletas y jugar al pin pon con paletas de playa). Luego de algunos emocionantes partidos, nos informan que el almuerzo está listo y que podemos servirnos. Ni lentos ni perezosos nos acercamos a la mesa y nos servimos un plato de fideos fríos y sin gracia, que aparentemente serían el almuerzo que incluía el hostel. Posteriormente, cuando se hizo la hora de hacer el check-in, nos informaron que el hostel no contaba con habitaciones disponibles (?) con lo cual debíamos conformarnos con una especie de apartamento privado, a varias cuadras del lugar original. Para suerte nuestra, justo había comenzado a llover en la bella South Beach, con lo cual, arribamos empapados al apto.

Como conclusión, si el lector tiene deseos de ir a Miami y busca algo bueno, bonito y barato, no se deje engañar, el Miami Beach International Hostel, no cumple las dos primeras de las categorías.

En fin, una vez que logramos asentarnos, decidimos salir a caminar y conocer la zona. Lamentablemente el día no se prestaba para hacer playa, estaba bastante fresco y lluvioso (esto va para los que dicen que en Miami siempre es verano). En nuestra caminata, de casualidad pasamos enfrente Miami Ink (famoso por el programa de televisión), tal como atestigua esta foto:


También dimos algunas vueltas por la Collins Ave. y por Ocean Drive, dos de las calles más conocidas y concurridas en Miami Beach. En el caso de Ocean Drive, es bastante famosa dado que es la calle más cercana a la playa y cuenta con cientos de restaurantes (desde los más pitucos hasta hamburgueserías) a los que concurren miles de personas todas las noches a cenar. Además, muchísima gente va únicamente con el propósito de tomar fotos, tal es así, que transitar esa zona en auto por la noche es (literalmente) más lento que andar a pie. Esta calle es conocida también por ser residencia del fallecido diseñador de ropa Gianni Versace. En alguna entrada futura, publicaré una foto del lugar.

Caminando por Miami Beach, nos encontramos de casualidad con un lugar del que no teníamos conocimiento y que nos agradó mucho. Es una calle que está entremedio de la calle 16 y la 17 (algo así como la plataforma 9 y 3/4), pero que se denomina Lincoln Road. Es una especie de paseo peatonal, donde uno puede encontrarse muchísimos lugares para comer y beber, altamente concurridos, así como tiendas de electrónica, por ejemplo, Apple Store. Sin embargo, a diferencia de Ocean Drive, me dio la sensación de estar enfocado más para ir a almorzar o tomar algo en la tarde, y no tanto como paseo nocturno. Desde mi punto de vista, es un lugar al que uno debe concurrir en caso de andar caminando por las calles de Miami.

Finalmente, una de las pocas ventajas que encontramos en el alojamiento que elegimos, es que todas las noches se organizaban salidas para algún club nocturno. Eso nos permitió entrar a algunos boliches que quizás no hubiésemos conocido y además (supuestamente) pagamos menos por estar alojados en el hostel. Respecto a los mismos, el lector debe saber que son totalmente distintos a lo que uno puede estar acostumbrado en Montevideo. Los lugares a los que fuimos eran realmente grandes, con muchísimos juegos de luces y muy buena música y ambiente. Una de las cosas que me llamó la atención, es que en las barras tenés la opción de pagar los tragos con tarjeta de crédito, dejándole la misma al barman/barwoman que te atienda por primera vez y luego son ellos quienes se encargan de llevar tu "cuenta" hasta el final de la noche.

Como experiencia graciosa dentro del boliche, en un momento de la noche se me ocurrió ir al baño. Al momento de lavarme las manos, veo que un moreno de (algo así como) 2.14 metros y vestido de etiqueta me ofrece jabón líquido, lo cual acepto sin dudar. Mientras me lavaba las manos comienzo a notar que en la prolija mesada, hay decenas de frascos que mirándolos detenidamente, tenían etiquetas de Polo, Armani y demás, listos para ser utilizados por los asistentes al toilette. Mientras el moreno de 2.14 me ofrece una toalla para secarme las manos, veo lo que en un bar uruguayo se denominaría Caja Chica, donde el billete más chico era de 20 usd. Temiendo por mi vida, me termino de secar y salgo raudamente del baño sin mirar para atrás. Creo que no volví a ir por el resto de la noche.

Se extendió bastante esta entrada, sin embargo, creo haber contado todo lo que me quedaba respecto a mi primera visita a Miami. En la siguiente entrada, espero comenzar a relatar mi segunda estadía, que fue bastante más extensa y me permitió conocer un poco más de adentro las costumbres del miamiano.

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