domingo, 7 de diciembre de 2014

Brujas, Bélgica - Parte 3

Por fin arrancaba la parte interesante del viaje. Hasta el momento y luego de salir de Montevideo, habíamos caminado varias veces el aeropuerto de San Pablo durante las ocho horas de espera. Al llegar al de Frankfurt debimos esperar nuestro tren varias horas más, tren que nos dejaría en Bruselas, donde debíamos esperar otro que nos dejaría (finalmente) en Brujas.

Esta es la tercera entrada correspondiente a la ciudad. Si te interesa leer las anteriores (donde incluyo detalles históricos), te invito a leer las entradas anteriores, entre ellas:


Era el primer día en la ciudad luego de un viaje agotador. Arrancamos bastante temprano, desayunando en el Starbucks de Brugge Centraal Station, la estación principal de trenes de la ciudad que estaba pegada al hotel.

La mañana era fría, con nubes y un poco de viento. Salimos de la estación e hicimos casi el mismo recorrido que en la noche anterior. Poco a poco nos íbamos encontrando con algunos de los canales de los tantos que hay en la ciudad, mientras continuamente nos cruzaban decenas de ciclistas por las múltiples ciclovías existentes. Por las adoquinadas calles de Brujas, es muy común ver turistas paseando en carros tirados por caballos. Supongo que sería una especie de city tour o algo así. Justo en esta imagen las calles no son de adoquines, pero bueno, la mayoría sí lo son.


La idea para el día era recorrer todo lo que pudiéramos de la ciudad, al fin y al cabo estaríamos tan sólo un día y medio. Tanto Brujas como Bruselas (y algunas otras ciudades de la zona), tienen su centro histórico entorno al Grote Markt o Plaza Mayor. Hacia allí íbamos. Mientras tanto, nos cruzábamos con construcciones sumamente antiguas, muchas de ellas remodeladas, pero todas respetando, aparentemente, el tipo de construcción original (de hace más de 500 años). Tal como contaba en la entrada anterior, a partir del año 1965 hubo una fuerte remodelación de la ciudad, que transformó a Brujas en una ciudad muy atractiva para los turistas.


Seguíamos avanzando. Pasamos por un convento y una exposición de Picasso, mientras el día aclaraba un poco y el frío bajaba un poco sus revoluciones. Cuanto más nos acercábamos al centro histórico, se veían cada vez más turistas, más chocolaterías, más lugares de venta de waffles (wafflerías?), más lugares de venta de conos de papas fritas con distintas salsas y canales, cada vez más canales. En cada uno de ellos, decenas de personas navegaban en lanchas, conociendo la ciudad desde otra óptica.


Me llamó mucho la atención la existencia de casas y edificios totalmente pegados a los cursos de agua, sin ningún tipo de contención aparente o algo que las proteja de la humedad. Eso sí, las construcciones eran muy pintorescas y muy fotografiadas por los turistas. Muchas de ellas eran utilizadas para la venta de chocolates, productos típicos o souvenirs.


Finalmente llegamos al Lago Minnewater, también conocido como Lago del Amor. Es un muy lindo lugar, aparentemente ideal para visitar en otoño, donde se pueden ver distintas tonalidades de rojos y marrones en las hojas de los árboles. Al pasear por el parque, decenas de patos y de cisnes descansan y navegan por las aguas. Alrededor del lago, existen construcciones típicas de la ciudad y algún que otro puente para cruzarlo.


Por el momento es todo. Seguramente reste una o dos entradas de Brujas, espero vengas disfrutando de la lectura!